La invitación y la espera
El asilo de
ancianos Vicente Sotomayor es un lugar con una arquitectura icónica, murales de
lujo y colores que parecieran remontarnos a inicios del 1900.
La clara muestra
del arte guayaquileño de la época.
En este instante,
mientras escribo, no puedo hablar específicamente del lugar, que figura ocupaba
dentro de la ciudad o quienes habitaban tan maravillosa arquitectura; pero
quiero hablar de la actualidad, del 2017 y 2018, de quienes viven ahora en el
espacio, de para quienes el lugar es mucho más que una simple casona grande y
bonita, para quienes tan hermoso arte, es hoy su hogar.
Son mujeres
maravillosas, quienes desde la primera vez que las vi, me dan la única impresión
de espera, ¿Esperando qué? No sé, no tengo respuesta para es pequeña
interrogante, pero hay espera.
También hay
recuerdos, alegrías, ganas de vivir y amar, de ser escuchadas, saludadas,
abrazadas.
El asilo está, sin
lugar a dudas, habitado por flores de nuestro mundo, con miles de historias por
contar, con un sin número de risas para repartir por doquier y nosotros tuvimos
la oportunidad de conocer y de estrechar.
Pasamos unas
cuantas tardes de actividades, cantando, hablando de anécdotas del pasado,
planes del futuro. Pero insisto, hay espera.
Os invito a pasar
por el asilo, como dice algún poeta, a darse un baño de tumba, a bajar de las cimas
y conocer, amar y llenarse de alegrías. Ellas por un aproximado de 3 meses,
estuvieron esperando cada tarde a que llegáramos a dar un poquito de nosotros
para darnos también un poquito de ellas, luego tuvimos que marcharnos, por mi
parte, planeo volver de vez en cuando, a compartir atardeceres, pero están
esperando también compartirlos contigo.
Recuerda, que
podrías ser tú en el futuro quien se siente a la espera del milagro prometido
para todos.
La vida latiendo,
universo paralelo, soy luz, soy sol, soy antares, soy renacer.
Por Jhonny Obando
No hay comentarios:
Publicar un comentario